ABRIL

En la Residencia La Alameda, cada tarde de martes se convierte en espera ilusionante porque nos visitan Abril, nuestra querida perrita, y Marta. Las dos nos dan una lección importante al demostrarnos con su ejemplo que animales y personas pueden  trabajar en equipo, ser amigos, vivir juntos, compartir…  En definitiva ser, al igual que ellas, compañeros de vida.

Ambas forman una brigada singular con una misión importante: acompañar, estimular y repartir ilusión y cariño a quienes más lo necesitan. Verlas entrar en el centro me despierta una gran ternura y me embargan sentimientos de gratitud, me consta que esto no solo me ocurre a mí, pues solo hace falta mirar a alrededor cuando Abril entra en la “Resi” para ver cómo se  transforman las expresiones de los presentes.
Os invito a comprobar, a que os fijéis, lo mucho que rejuvenecen los rostros de las personas ancianas cuando sonríen.

La vida es dura en muchas ocasiones, eso lo sabemos todos, pero afortunadamente con iniciativas como esta, la persona, sean cuales sean sus circunstancias, no va a tener que renunciar al contacto placentero (me atrevería a decir que en la mayoría de los casos terapéutico) con un animal. 
Ahora hablemos de la protagonista, con permiso de Marta.

Abril es muy guapa y castiza, con andares garbosos unas veces y tranquilos, otras. Me admira el brillo de su pelo negro y la forma perfecta de su anatomía, con cada músculo bien tallado bajo la piel tensa. Pero sobre todo me encantan sus ojos, ojazos más bien, donde el brillo de la agudeza y el instinto cuando me mira, me hace preguntarme si acaso no tendrá un conocimiento profundo del ser humano, mayor que el que yo pueda llegar a desarrollar. 
Abril es tranquila donde debe serlo, aunque me consta que le encanta jugar, correr y curiosear, que algún problema de salud ha tenido por eso…, gracias a Dios, sin consecuencias. 

No hace falta pasar a su lado mucho rato para ver que se siente cómoda entre la gente que, de hecho, acompañar a las personas es una vocación para ella. Como es muy educada, suele sentarse en alguna silla con los que participamos en la actividad.  Aunque a  todos ofrece cariño, suele reservar su mayor afecto para quienes por sus circunstancias de salud más lo necesitan. 
Le encantan las “chuches”, pero sobre todo que la queramos. A las caricias y rascaditas corresponde con un lametón de su lengua caliente y algo áspera, es su forma de decirnos que le gusta estar con nosotros.

Si alguna vez te cruzas con ella e interactuáis de alguna forma: dejas que te huela, le hablas, acaricias…, Abril nunca te olvidará, y te reconocerá allá donde te vea. 
Queridas Marta y Abril, espero encontrarme cada  martes con vosotras durante mucho, muchísimo, tiempo.

Un abrazo a las dos.


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